Prólogo
En la pasada entrada había prometido publicar en inglés, estudiar medicina me ha enseñado que nada puede correr en un sentido lineal, siempre muchos caminos llegan a un desenlace, y por ende romperé un poco esa promesa pública. Hace un año aproximadamente, salió la convocatoria en la Universidad de Quintana Roo del Concurso de Ensayo "Perfil y Valores de un Líder", powered by Kybernus, Grupo Salinas, Universidad Tecnológica Riviera Maya, en el cual participé y aunque no obtuve ningún lugar (no puedo juzgar la validez de la premiación, ya que nunca se editó un libro con los ensayos, pese a que se comentó que quizás se llevaría a cabo), siento que encierra un mensaje telegráfico que merece ser difundido.
En un contexto donde el movimiento médico experimentó un pequeño aire de movimiento social (#YoSoy17), compartí un sentimiento sin igual que no dudé en plasmar, y quizás es un ensayo que peca de caprichudo, egoísta e indiferente, cuestiones que estoy seguro cualquier médico de base no dudaría en comentarme si lo leyera. Este pequeño ensayo puede influir y ser punto de partida para valorar los sistemas de salud, y por ende, sí, virar la cara al espejo y admirarnos, criticarnos y dejar atrás los orgullos, es decir, que el sistema de salud de México está en los suelos. La autocrítica nos hace fuertes y a medida que uno es fuerte a cualquier crítica.
El pseudónimo que elegí fue Stanley Benjamin (una combinación de los nombres de Stanley Biber y Harry Benjamin, ambos médicos underground con vidas fascinantes).
Lo anterior pudiera haber influido para que yo no ganara, o quizás no se me llamara para autorizar la publicación, lo cierto es que de cualquier forma, el síndrome de Estocolmo. Se que no necesito tener una peculiaridad para poder expresar y compartir ese mensaje, como cualquier persona nacida en el país que habito, apelo al artículo 7° de la Constitución, ¡Libertad de Expresión!
Publicaré parte por parte cada una de los capítulos por este medio, disfruten... ;)
¿Cómo ser un líder dentro de la carrera
de medicina?: El trébol de 4 hojas para lograrlo.
Por
Stanley Benjamin
Introducción
«Médico»,
proviene del latín medicus. Y esta a
su vez proviene del verbo medeor (cuidar),
del cual meditari (meditar) es la
forma frecuentativa derivada. Esto realizando el más sencillo ‘googleo’ en la
Web.¹ Nos permite comprender de una
forma tan sencilla la labor de dicho personaje de bata blanca, sujeto de
múltiples escenarios como pieza fundamental de un sistema de atención y
prestación de servicios.
Es
la persona más familiar dentro de un hospital, y eso no se piensa demasiado, ya
que al hacer una “lluvia de ideas” interior,
no recordamos a otra persona que no sea el médico, podremos tener en segundo
lugar a las enfermeras, a los dentistas, a los químicos fármaco biólogos, pero
el médico jamás tendrá escapatoria de ser una persona que estará en la mira de
todos cuando se dice tomar la decisión última, la terapéutica que se deberá
emplear para poder tratar a un paciente.
Un
médico que se desenvuelve en un ambiente de hospital, es un médico sometido a
un ambiente diferente a los otros. Es por ello que jamás debe olvidar su
entorno: un ambiente en el cual las demandas por una iatrogenia están a la
orden del día, donde su actuar está siendo evaluado, cada respiración, si se
come las uñas, si respira, si no lo hace. Si contesta a sus superiores, la
manera y el contexto como lo hace.
Por
otro lado, también hallamos al médico investigador, al cual, al añadirle dicho
adjetivo calificativo, por consecuencia obtendremos una imagen indudable, una
persona con ojeras, con total descuido de su imagen personal, que acumula
estudios de posgrado, una persona aislada, huraña, anti-pulcra si nos lo
proponemos, que todo el tiempo se halla pensando en alguna teoría nueva, rata
de biblioteca que todo el tiempo está leyendo artículos científicos para poder
tener conocimiento de primera mano y con un nivel de evidencia científico
claro, conciso y práctico para hacer ciencia, para poner a prueba cuál es el
mejor tratamiento disponible.
Más
allá del arquetipo anterior, también tenemos al médico administrador, aquél que
se desempeña como director de hospital, como secretario de salud
(regional/estatal/nacional/Organización Mundial de la Salud), que tiene que
trazar los ejes del bienestar ya no procurando a un solo individuo, sino a
pueblos, grupos indígenas, estados, países o continentes enteros. Implica poder
asignar cualitativamente los recursos de cualquier tipo para atender a las
principales demandas que dicta la epidemiología; la labor no es sencilla, y más
por los factores tiempo, sociales, económicos, religiosos y culturales.
Finalmente,
y casi no tan conocido, está el médico altruista, aquel que decide unirse a alguna
Organización No Gubernamental para poder ayudar al prójimo, antropólogo social
por excelencia, sabe que no es difícil lograr el bienestar de las poblaciones
más aterradoramente necesitadas. El ejemplo lo tenemos en Médicos sin
fronteras, y su campo de acción, países de tercer mundo y en situaciones de
contingencia social.
Éstas
son las diferentes modalidades que un médico puede adquirir según su afinidad
por el campo de trabajo. Es generalizable que en todos ellos, el liderazgo es
un aspecto que se tendrá que hacer presente cotidianamente. Analizarlo será el
objetivo del presente ensayo, y más específicamente como indica el título
haremos hincapié en el estudiante de medicina y su liderazgo.
El
liderazgo en medicina no es innato, a experiencia personal no sabría decir si
es adquirido, ya que muchos compañeros se califican de líderes con una
inmensidad de criterios objetivos, subjetivos o una mezcla de ello. Estoy de
acuerdo que se identifica a las personas líderes sí, porque desde siempre serán
las personas que sacrificaran muchas cosas para lidiar con un lugar en el que
pueda dar las pautas y directrices adecuadas para coadyuvar a realizar acciones
no sólo por sus seguidores –colegas, enfermeras, estudiantes, médicos de menor
rango o de otras especialidades– sino también tendrá que guiar sabiamente al
paciente para que él mismo pueda cumplir con la terapéutica. Dado a que este
escrito ahondará en el estudiante, es evidente que es un aprendiz, por ello
analizaremos palmo a palmo o como se pretende, dar un análisis a través de la
metáfora del trébol de cuatro hojas celta (Ver Anexo 1).
Para
lograr lo anterior, emplearé como recurso la primera persona en algunas
ocasiones para tratar de familiarizar a quien no es experto en la materia.
También emplearé testimonios de mis experiencias personales al respecto.
Anexo 1: Esquematización
del trébol de 4 hojas para lograr el liderazgo en medicina.
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